Llegada a Kirguistán desde Kazajistán. Preparativos para cruzar el paso de Torugart.

Kirguistán (Кыргызстан en kirguís, y Киргизия en ruso) es un país muy montañoso situado en Asia Central. El país no tiene salida al mar y su ubicación lo hace especialmente interesante al limitar con la República Popular China por el este, con Kazajistán por el norte, con Tayikistán por el sur y con Uzbekistán por el oeste.

Llegamos a su capital Biskek, o Bishkek, (Бишкек en kirguís y en ruso), con un autobús procedente de Almaty. El trayecto duró unas seis horas, con salida a las 4:35 de la noche. Vimos la salida del sol en la estepa, durante el trayecto, y después de pasar los controles aduaneros, sin ningún tipo de problema, entramos en Kirguistán y dejamos el Tenge Kazajo para adoptar el Som kirguís.

El viaje no fue muy cómodo, la carretera estaba en muy mal estado. Una vez llegamos a Bishkek lo primero que hicimos fue buscar un hotel donde alojarnos. Escogimos el hotel Salima, un hotel muy básico de estilo soviético.

El primer contacto con el país fue su capital, y coincidimos con un evento político, pues ese día, el domingo 14 de agosto de 2005, tomaba posesión de su cargo el nuevo presidente del país Kurmanbek Bakiyev.

El centro de Bishkek estaba lleno de gente, con algunas calles cortadas.

En Bishkek se puede visitar el monumento a Manás, el héroe épico del pueblo Kirguís. También es interesante la visita al Museo Estatal de Historia, y pasear por la plaza Ala Too, al lado de la cual está el palacio presidencial, también llamado Casa Blanca.

En la plaza Ala Too pudimos ver el cambio de la guardia de honor que custodia la bandera, que es una atracción para los visitantes de la ciudad.

Al fondo de la ciudad se elevan las cumbres nevadas de la cordillera del Alatau Kirguís.

El calor apretaba, y después de un rato decidimos comenzar la que era nuestra tarea principal: hacer las gestiones para poder cruzar el «Torugart Pass» y desde allí entrar a China, con dirección a Kashgar. Nos costó bastante encontrar una agencia, al final localizamos la agencia Novinomad, donde nos informaron de todas las posibilidades.

El transporte hasta la frontera incluía el vehículo con chofer durante tres días de viaje (negociando siempre el pago de la mitad al final de trayecto), haciendo parada en Kochkor y Tash Rabat (las paradas se podían escoger). También se podía coger el vehículo en Narin, con lo cual se reducía el coste del mismo, pero si se paraba en Tash Rabat aumentaba el precio. La manutención y el dormir no estaban incluidos.

En Kochkor no hay hoteles ni restaurantes, se tenía que dormir en alguna casa particular. Algunas familias alquilan una habitación de su casa, y decidimos escoger una que tuviera baño dentro de la casa. En la misma casa nos harían la cena, y así de paso degustaríamos la cocina casera kirguisa.

En Tash Rabat dormiríamos en una yurta, a unos 3.500 metros de altitud, y podríamos disfrutar de unos paisajes magníficos, y visitar un caravanserai único.

Lo dejamos todo apalabrado para marchar a la mañana siguiente.

Emocionados por el viaje que empezaríamos el día siguiente, fuimos a dar una vuelta por el centro, y a comer un plov. Pasamos por delante de un parque de atracciones muy curioso con atracciones muy viejas, que recordaban tiempos pasados.

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