Llegada a Kashgar.

Hacía unas pocas horas que habíamos llegado a Kashgar. Nos habíamos alojado en un pequeño hotel de la parte antigua de la ciudad.

Después de dejar las cosas en la habitación del hotel, fuimos a un restaurante del centro de la vieja Kashgar. Era uno de esos restaurantes que no necesitan anunciar que están abiertos desde hace muchas décadas, pues al entrar en el local ya se respiraba esa antigüedad. Era como trasladarse a otra época.

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De Tash Rabat a Kasgar, tercera y última jornada en la ruta de Biskek hacia Kasgar, cruzando el paso de Torugart (Kirguistán).

La noche había sido húmeda y fría, pero aquellos paisajes de montaña desnudos y silenciosos, alejados de la civilización, reconfortaban el espíritu. El vaso de té con leche bien caliente que nos llevaron a la yurta también ayudó a reconfortar el cuerpo a esas horas de la madrugada.

Una pequeña estufa oxidada que había en la entrada de la yurta, que se alimentaba de heces de vaca, no había hecho su servicio aquella noche.

El día había despertado nublado, húmedo, y con una lluvia intermitente… un tiempo que no dejaba ver la lejanía.

No tardamos más de media hora para plegar las mantas y alfombras que nos habían hecho de cama, poner la mesa y desayunar.

Dejamos la yurta e iniciamos lo que tenía que ser el último día de trayecto hasta llegar a Kasgar, cruzando el paso de Torugart.

La lluvia nos fue acompañando durante el camino. La carretera no estaba en mejores condiciones que el tiempo. Sasha, el conductor de nuestro vehículo, llevaba prisa desde el momento en que nos levantamos, pues la frontera kirguís sólo podía cruzarse entre las doce y la una del mediodía.

Las primeras horas por aquellos caminos de tierra, bajo aquella lluvia insistente, se hicieron un poco largos, pero los paisajes que se dejaban ver cuando la niebla esparcía, ofrecían el aliciente que todo viajero busca por aquellas alejadas tierras.

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De Kochkor a Tash Rabat, segunda jornada en la ruta hacia Kasgar, cruzando el paso de Torugart (Kirguistán).

En aquella casa de Kochkor pasamos una buena noche. Nos levantamos a las siete y media. Para desayunar nuestra anfitriona nos había preparado crepes (блини), mermelada de tres tipos (fresa, ablipija y mora), pan, una bandeja con cacahuetes, orejones, pasas y té.

Nos despedimos agradecidos por el buen trato que habíamos recibido en aquella casa kirguís.

Durante las horas de ruta íbamos hablando con Sasha, nuestro conductor. Él era ruso. Sus padres habían nacido en Bielorrusia. Nos explicaba que en Kirguistán se vivía bien, según él mejor que en Uzbekistán. Supongo que todo es cuestión de gustos, y de la experiencia personal de cada uno.

Durante el camino íbamos parando donde nos apetecía, sin prisas, pero sin dormirnos. El camino era bastante malo. Ibamos encontrando bastantes camiones que llevaban chatarra hacia China, y en sentido contrario camiones cargados de productos manufacturados.

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De Biskek a Kochkor, primera jornada en la ruta hacia Kasgar, cruzando el paso de Torugart (Kirguistán).

Eran las nueve y media de la mañana cuando acabábamos de dejar todo el transporte contratado. Era una hora prudente, no nos había hecho falta madrugar, ya esas horas de un día del mes de agosto, en Biskek (o Bishkek) no se apreciaba mucho movimiento.

Aprovechamos para ir a cambiar moneda, pues los próximos días no podríamos; si bien sólo la justa, pues nuestro destino era China, y nuestros gastos de los próximos días, una noche en un pequeño pueblo y la otra noche en una yurta en medio de la montaña, serían muy reducidos. Con pocos soms tendríamos suficiente.

A las once y media nos pasó a buscar por el hotel el conductor, Sasha, con una furgoneta que sería nuestro transporte los próximos tres días.

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Llegada a Kirguistán desde Kazajistán. Preparativos para cruzar el paso de Torugart.

Kirguistán (Кыргызстан en kirguís, y Киргизия en ruso) es un país muy montañoso situado en Asia Central. El país no tiene salida al mar y su ubicación lo hace especialmente interesante al limitar con la República Popular China por el este, con Kazajistán por el norte, con Tayikistán por el sur y con Uzbekistán por el oeste.

Llegamos a su capital Biskek, o Bishkek, (Бишкек en kirguís y en ruso), con un autobús procedente de Almaty. El trayecto duró unas seis horas, con salida a las 4:35 de la noche. Vimos la salida del sol en la estepa, durante el trayecto, y después de pasar los controles aduaneros, sin ningún tipo de problema, entramos en Kirguistán y dejamos el Tenge Kazajo para adoptar el Som kirguís.

El viaje no fue muy cómodo, la carretera estaba en muy mal estado. Una vez llegamos a Bishkek lo primero que hicimos fue buscar un hotel donde alojarnos. Escogimos el hotel Salima, un hotel muy básico de estilo soviético.

El primer contacto con el país fue su capital, y coincidimos con un evento político, pues ese día, el domingo 14 de agosto de 2005, tomaba posesión de su cargo el nuevo presidente del país Kurmanbek Bakiyev. Sigue leyendo