Pasar la noche en la montaña, a más de cuatro mil metros de altitud, puede ser poco reconfortante si se sufren síntomas de mal de altura. Si encima hace frío, y se siente como el agua de lluvia impacta sobre la tienda, con relámpagos de vez en cuando, no es un escenario que ayude mucho a conciliar el sueño.
Pues sí, pasamos mala noche. Yo tuve sensación de mareo y de vómito, pero pude controlarlo poniéndome boca arriba, pues si me ponía de lado la sensación era muy desagradable. El sudor y los escalofríos provocaban que te deshicieras de ropa de abrigo, pero entonces llegaba el frío exterior que hacía que rápidamente te volvieras a abrigar… La pequeña caminata que habíamos hecho el día anterior no había sido una buena idea. Si no lo hubiéramos hecho, seguro que no hubieran aparecido aquellos síntomas durante la noche.
Nos levantamos a las cinco y media de la mañana. Quince minutos después ya estábamos desayunando. No comí mucho, pero al menos el malestar de la noche ya había desaparecido.
Salimos de Sarchu (una llanura de alta montaña, a 4.250 metros de altitud, con un pequeño campamento de tiendas para poder pasar la noche) en dirección a Leh a las seis y cuarto de la mañana, con la intención de recorrer los 260 kilómetros que nos separaban de nuestro destino. Ese día pasaríamos por lugares de alta montaña con paisajes espectaculares, circulando por carreteras imposibles, donde el camino se convierte en el verdadero fin del viaje, y el destino, en este caso Leh, en la culminación de este camino y el inicio de una nueva experiencia viajera.
Cuando iniciamos esta ruta, obviamente queríamos llegar a Leh, pero no teníamos prisa, pues el paisaje era increíble.
Poco después de salir de Sarchu, siguiendo durante los primeros kilómetros las gargantas del río Bagha, la carretera dio un giro de aproximadamente diez kilómetros para poder cruzar el río Tsarap Chu.
Más adelante nos encontramos con la llamada Gatta Loops, un tramo de carretera en zigzag con veintiuna curvas muy cerradas, al final de las cuales está el Nakeela Pass (4.739 m. de altitud -15.547 ft-).
Este es un lugar donde dicen que hay mucho peligro de deslizamientos de tierra, de fuertes nevadas y de aludes, así como de encontrar placas de hielo, pudiendo bloquear la carretera o hacer que ésta sea extremadamente peligrosa. También dicen que en este lugar está el fantasma de un viajero que fue enterrado aquí. Cuando la gente pasa por este lugar deja algún presente al fantasma, como agua o cigarrillos, para tener un buen viaje. Nosotros no fuimos caritativos con el fantasma, pero él debía saber que el motivo era que en aquellos momentos desconocíamos su existencia, pues no tuvimos ninguna dificultad durante el viaje.
Tras una breve bajada, la carretera vuelve a ascender, esta vez hasta el Lachung La Pass (también conocido como Lachulung La, o Lungalacha La), situado a 5.065 metros de altitud (16.616 ft). En este punto ya llevábamos recorridos 54 km. desde Sarchu, y habíamos tardado dos horas y cuarenta y cinco minutos para llegar.
Desde Lachung La, pudimos ver cómo seguía la carretera por el otro lado, pasando entre las montañas, y nos fijamos como se aproximaba un largo convoy de camiones militares. Seguimos el viaje, y nos encontramos con el convoy más adelante. Había tantos camiones que estuvimos unos quince minutos parados, pues la carretera era muy estrecha y casi siempre había que hacer maniobra cuando te encontrabas un camión en sentido contrario.
Durante el trayecto se van encontrando algunos letreros con mensajes para intentar reducir el alto índice de mortalidad que hay en esta carretera. Los mensajes, en hindi o ladakhi y en inglés, transmiten de una manera original la necesaria precaución que hay que tener conduciendo por estas carreteras de alta montaña: «Life is short, don’t make it shorter» (la vida es corta, no la hagas más corta); «Safety on road is safe tea in home» (la seguridad en la carretera es un té seguro en casa); «After whisky driving is risky» (después de beber whisky conducir es arriesgado); «Don’t be a Gama in the land of Lama» (no seas orgulloso/prepotente en la tierra de los lamas).
Mientras haces el viaje no piensas en los riesgos que conlleva, o al menos intentas no pensar en ello, si bien en algunas situaciones, como cuando te cruzas con otros vehículos y el tuyo va por la parte que da al barranco, se pasan unos momentos de nervios.
Durante el recorrido íbamos viendo de vez en cuando a trabajadores de la Border Roads Organisation (BRO), Organización de Carreteras Fronterizas, hombres y mujeres con un trabajo muy precario, venidos de otras zonas de la India, encargados de desarrollar y mantener las redes viarias fronterizas de la India. En esta zona llevan a cabo el llamado proyecto Himank, encargado de la construcción y mantenimiento de las carreteras del Ladakh. Estos trabajadores viven en unas condiciones muy precarias: trabajando con herramientas manuales, sufriendo la climatología de alta montaña, viviendo en instalaciones muy rudimentarias, hechas con lonas de plástico…
El paisaje era digno de contemplar. Recordaba aquellos paisajes de montaña que asociamos con las antiguas rutas que seguían las caravanas en tiempos de la ruta de la seda. Era un paisaje árido, cambiante, y llegó un momento en que la carretera se adentró por un desfiladero bastante espectacular, casi a nivel del río. Al final de aquel desfiladero la carretera atravesaba el barranco. Había que ir con precaución pues no había ningún puente. Después de esto la carretera descendía de forma muy pronunciada hasta atravesar de nuevo el río, esta vez por un puente. El paisaje que teníamos delante en ese momento nos recordaba la zona de la Capadocia turca.
Cuando llegamos a Pang, pequeño asentamiento donde hay unas pocas tiendas que ofrecen comida y bebida, hacía cuatro horas que habíamos salido de Sarchu. En Pang encontramos un control policial, donde tuvimos que enseñar los pasaportes.
Aprovechamos para parar un rato en una dhaba y comer unos noodles.
Aquí, a 4.767 metros de altitud (15.640 ft), se podía ver algunos viajeros que sufrían el mal de montaña. Para quien sufre los síntomas del mal de altura, en este punto se incrementa el malestar, y no será hasta más adelante, después de pasar el último puerto de montaña a más de 5.000 metros, cuando mejoren gracias a la pérdida de altitud.
Más allá de Pang, pasadas las Morey Plains, la carretera nos llevó al paso de Taglang La (o Tanglang La), situado a 5.359 metros de altitud (17.582 ft), y considerado como el segundo paso transitable por vehículos más alto del mundo.
Antes de llegar a Taglang La pasamos por una llanura donde perdimos el rastro de la carretera. Había que seguir las marcas de las roderas de otros vehículos, y tener un poco de sentido de la orientación. Más adelante, habiendo recuperado ya la pista, que se encontraba en un estado bastante lamentable, pudimos ir subiendo hasta arriba de ese nuevo paso de montaña.
Desde Taglang La nos faltaban 110 kilómetros para llegar hasta Leh. La carretera bajaba serpenteando hasta que se transformó en una carretera asfaltada y nos condujo por parajes más cercanos a la civilización, pasando por Rumtse y llegando a Upshi, donde un control nos hizo llenar un formulario de salud. A partir de aquella población la carretera mejoró, y el paisaje cambiante, esta vez se mostró con un carácter claramente tibetano, con construcciones que mostraban el inconfundible estilo tibetano y con la aparición reiterada de chörtens en medio de aquel paisaje montañoso.
El verde que surgía junto al río, con algunos cultivos de arroz, desaparecía al alejarse de sus orillas, convirtiéndose en una visión ocre, árida y desértica.
Un largo y cerrado valle nos llevó hasta Leh, donde llegamos a las cuatro y media de la tarde. Antes de llegar a la capital de Ladakh, a 3.650 metros de altitud, pudimos ver varios campamentos militares, alguno de ellos de grandes dimensiones. Aquello ayudaba a recordar que aquel lugar perdido en medio de altas montañas del Himalaya, que parecía un paraje idílico, era una zona muy cercana a Cachemira, donde la India, Pakistán y China mantienen disputas territoriales, y donde la seguridad cambia de un día para otro.
Después de buscar un alojamiento para los próximos días, no pudimos resistir hacer una primera aproximación al Palacio de Leh, una construcción inspirada en el palacio Potala de Lhasa, y según algunos más espectacular que éste. Por algo el Ladakh es conocido como el pequeño Tíbet.
Impressionant entrada. Felicitats i continua aixi m’agrada llegirte !
Hola Oliver, gràcies per llegir-me i pel teu comentari.
Aquesta ruta de Manali a Leh és realment impressionant!!!
Salutacions,
Espectacular ruta, et transporta a un altra mon, onpoder un altre . M’encanta com ho descrius. Experiencia unica. Aixo s’ha de viure. M’agrada llegir les teves croniques
Hola Kim, encantat de què t’agradi el que escric. La ruta de Manali-Leh és realment espectacular, i la destinacio final (Leh) on lloc increïble. Això sí, ha d’agradar la muntanya, i no tenir manies a les incomoditats durant el viatge… 😉
Enhorabuena por el post, haber conocido Leh y el Monasterio de Hemis por rutas más cómodas en mi caso, me deja con ganas de volver para repetir pero con vuestros pasos. Saludos.
Hola José Luís, gracias por el comentario. Efectivamente, es una zona que deja muy buenos recuerdos, y ganas de volver. Un saludo,
Hola José Luís, veo en tu blog que eres un viajero con experiencia. Quizás algún dia coincidiremos por algun lugar de este mundo… Gracias por el comentario, y un saludo.
Enhorabuena por el post con esas fotos. Haber llegado en mi caso a Leh y el Monasterio de Hemis por caminos más cómodos, y después de haber leído vuestro contenido, me deja con ganas de repetir un viaje nuevo tras vuestros pasos. Saludos.