Llegamos a Nukus a las cuatro de la tarde. Nos alojamos en el hotel Nukus, un hotel impersonal, sencillo, pero aceptable.
Nukus es la capital de la república uzbeka de Karakalpakstan, y nuestra intención era ir al norte, hasta Moynaq.
Dedicamos esa tarde a localizar algún transporte que nos llevara hasta Moynaq el día siguiente, y a comprar algunas provisiones para el viaje.
En el bazar encontramos de todo, y aprovechamos para cenar en un restaurante al lado del mercado.
Pusimos el despertador a las seis y cuarto de la mañana. El día siguiente había que madrugar para poner rumbo hacia el norte, hacia Moynaq. El conductor de la furgoneta que habíamos contratado fue puntual.
Moynaq está a unos 220 km. de Nukus. El paisaje es desértico.
Por el camino el taxista paró para comprar gasolina a unos chicos a pie de carretera, gasolina que llevaron en pequeños bidones y botellas.
Más adelante tuvimos problemas con la furgoneta. El motor se paraba. El conductor desmontó el carburador, y dijo que era problema del filtro. Tuvimos dos paradas por este problema, lo cual nos hizo perder unas tres horas.
La carretera estaba desierta. En tres horas sólo pasaron un bus y dos coches.
Por fin llegamos a Moynaq. Parecía un pueblo fantasma. Calles desiertas, sin movimiento. Silencio.
Moynaq también se denomina Mo’ynoq (en uzbeko Мўйноқ, en ruso Муйнак), está situado al noroeste de Uzbekistán, en la república autónoma de Karakalpakstan, y había sido un importante puerto pesquero antes del desastre medioambiental del Mar de Aral.
El Mar de Aral antiguamente era el cuarto lago más grande del planeta, con una superficie de unos 68.000 kilómetros cuadrados.
Los ríos Amu Daria y Sir Daria aseguraban su volumen de agua, y había pesca suficiente para que prosperara una importante industria pesquera en los puertos de Moynaq (Uzbekistán) y de Aralsk (Kazajstán).
La Unión Soviética decidió desviar los dos ríos Amu Daria y Sir Daria para regar zonas de desierto, en un proyecto para cultivar fundamentalmente algodón. En un intento por convertirse en uno de los principales productores mundiales de algodón, a partir del año 1960 se aumentó la explotación de tal manera que la superficie del Mar de Aral, que era de 68.000 km2 al año 1960, se redujo en un 60% al año 1998, y su volumen de agua (de 1.100 Km.3 en el año 1960) se redujo en un 80%. Todo ello acompañado de un importante aumento de su salinidad.
En el año 1987 la reducción continua de su nivel comportó que el mar se dividiera en dos cuerpos separados de agua, que se llamaron Mar de Aral Norte (o Mar de Aral Pequeño) y Mar de Aral Sur (o Mar de Aral Grande).
La costa del mar en Moynaq retrocedió hasta situarse a 120 km. de distancia, y hoy en día sólo quedan los vestigios de lo que había sido, con los restos de los antiguos barcos esparcidos por las planicies desérticas de lo que antes había sido fondo marino.
Nos pusimos por una pista siguiendo una serie de postes eléctricos sin hilos, e hicimos unos 10-15 km. de recorrido en dirección al Mar de Aral. La pista pasaba por que antes había sido este mar. Era impresionante, kilómetros y kilómetros de pista por el fondo de un antiguo mar. Giramos y volvimos al pueblo.
Luego seguimos por otra pista, donde también nos movíamos por tierras que habían sido el fondo del antiguo mar de Aral.
Un tramo de pista nos llevó hasta el llamado cementerio de barcos. Había bastantes, todos dejados y varados en la arena, el suelo del que antes había sido fondo marino.
Aquel paisaje era impresionante. Era el recuerdo de lo que un día había sido un próspero puerto pesquero. Ese puerto donde había habido una importante producción pesquera, donde trabajaban miles de personas, ahora ni siquiera puede ver la costa, y sólo queda el recuerdo de lo que había sido, acompañado por el silencio y la tranquilidad que ha impuesto el gran desastre medioambiental provocado por el hombre. Es difícil olvidar las imágenes de aquellos barcos varados en la arena, en medio de la nada.
De vuelta paramos en Moynaq a comprar agua embotellada. No compramos nada de comida por precaución, pues la contaminación es muy importante en toda la zona.
El conductor, en cambio, compró pescado, un pez que pusieron dentro de un saco. Nosotros le preguntamos por la calidad del pescado, por la posible contaminación, y sus respuestas fueron en todo momento las de alguien que no es consciente de la realidad medioambiental de la zona. Hay mucha desinformación.
El pueblo de Moynaq, que una vez había sido uno de los dos puertos pesqueros más grandes del Mar de Aral, y que daba trabajo a más de 20.000 personas, actualmente tiene unos 2.000 habitantes, y la costa del mar se encuentra a unos 120 km. del pueblo. El polvo tóxico, asma, alergias, cáncer, etc., son el legado que ha dejado en esta zona la actuación irracional de los gobernantes soviéticos, y posteriormente uzbekos.
Volvimos hacia Nukus, con el pescado que nuestro conductor había comprado puesto dentro de un saco mugriento, y el saco puesto en el maletero del vehículo, con una temperatura que debía rondar los 35º C.
Mientras el conductor hacía referencia al banquete que haría con ese pescado, nosotros no podíamos más que rendirnos a la evidencia, no podíamos hacerle entender la situación medioambiental de la zona. De hecho, si la conocieran, seguramente no quedaría nadie en aquel lugar.
Durante el camino de vuelta paramos un rato después de pasar un puente que cruza el río Amu Daria. Cerca de donde habíamos parado había un control militar, y al intentar hacer unas fotos de la zona unos militares nos dijeron que no estaba permitido hacer fotos en el puente. Les dije que no fotografiaba el puente, sino el río. El hecho de que les hablara en ruso les gustó, tal como nos pasaba por todo el país, y lo que parecía una situación tensa, y una total prohibición de fotografiar ese puente, terminó con abrazos por parte de los militares uzbekos, y haciéndonos una foto de grupo, con los militares incluidos, todos situados en medio del puente (aquel puente que no podía ser fotografiado).
Esto nos confirmó una vez más que saber un poco de ruso era muy útil para viajar por el país.
Cuando llegamos a Nukus cargamos nuestras mochilas, y seguimos el viaje hasta Khiva.
Llegamos a Khiva de noche, y enseguida nos pusimos a buscar hotel. Escogimos el hotel Arqonchi, un hotel situado dentro de la ciudad vieja, la Ichon-Qala.
Cenamos en el mismo hotel, muy bien por cierto, y antes de ir a dormir, dimos una vuelta por la ciudad vieja, teniendo todavía en la cabeza el recuerdo de aquellos barcos de Moynaq.
Que paso? No hubo tiempo de sacar las embarcaciones hacia lugares que no hubieran quedado varados.
No fue un simple problema de bajada del nivel del mar, fue la casi desaparición del que había sido el cuarto lago más grande del planeta, y todo ello unido a unos elevados índices de contaminación. Si te interesa la cuestión, en este artículo lo explico más detalladamente: http://bit.ly/12ty0Zr
Un saludo,