Xi Bei Dian es un pequeño pueblo chino, situado en la provincia de Shandong, a unos 10 km. de Yanzhou, y con unos 2.000 habitantes.
Fuimos invitados por una familia, y nada más llegar al pueblo ya nos esperaban en casa de la familia Bian.
Todos los habitantes del pueblo llevan el apellido Bian, razón por la cual poca información se tiene si se busca a alguien sólo por el apellido.
Cuando llegamos, a media mañana, en la casa ya habían empezado a preparar la comida. Entre otras cosas estaban preparando la pasta para hacer raviolis.
Después de saludar a los miembros de la familia que no conocíamos, y de que nos enseñaran la casa, salimos a dar una vuelta por el pueblo acompañados por dos familiares.
Había maíz y algún otro cereal extendidos por las calles, puestos a secar.
En algunas casas también había fideos caseros colgados para secar.
Nos llevaron a ver el templo del pueblo. Todo el pueblo lleva el mismo apellido, por lo que podríamos decir que es el templo de la familia. La llave del templo la guarda el hombre más viejo del pueblo, y sólo puede pedírsela un hombre, nunca una mujer.
Dentro del templo hay una figura que veneran que es la de su antepasado, Bian Zhuang Zi, que fue uno de los 72 discípulos de Confucio.
El apellido Bian que lleva cada uno se escribe con un determinado símbolo dependiendo de la jerarquía que se tiene dentro de la familia, de manera que dependiendo de ello después deben tratarse entre ellos de una determinada manera. Puede resultar que alguien de más edad tenga que tratar a alguien más joven como «tío» o «abuelo», o situaciones similares.
Por la calle la gente iba preguntando por nosotros: quienes éramos, de donde veníamos…
En el almuerzo comimos, entre otras cosas, los raviolis hervidos, que estaban buenísimos.
También había unos rollitos rellenos de vegetales y una especie de buñuelos dulces que estaban muy buenos.
También comimos unos huevos de color oscuro, conocidos como huevos de Songhua. Son huevos de gallina que los preparan enterrándolos bajo tierra, siendo lo más típico enterrarlos bajo el río, durante el invierno, de modo que cuando los sacan tienen este aspecto oscuro. Su gusto no es tan diferente del huevo duro tradicional, si bien su aspecto tira un poco para atrás.
Tuve que rechazar los brindis con licor de cereales que beben ellos, pues es imposible seguirlos.
Después de comer, volvimos a Yanzhou. Cogimos un autobús. Tuvimos que esperar un rato en la carretera hasta que llegó. Miradas chinas de rigor cuando subimos con los niños.
Nos sentamos detrás de todo del autobús. El trayecto no sería largo, y nos dejaría en la estación de autobuses de Yanzhou, casi al lado del hotel.