Cuando las caravanas cruzaban el Himalaya desde Lhasa en dirección al subcontinente indio llegaban al valle de Katmandú por su vertiente noreste, y después llegaban a Bodhnath (también llamado Boudha). Posteriormente, esta antigua ruta comercial que enlazaba el Tíbet con estos lugares más meridionales, que podemos calificar como ruta secundaria de la antigua ruta de la seda, se dirigía hacia el Sur cruzando el río Bagmati en dirección a Patan, y siguiendo hacia la India profunda.
Han pasado muchos años desde aquellos tiempos, y Boudhanath, también llamado Bodhnath, Baudhanath, Bauddha o Bodh Nath, se ha convertido en un lugar de referencia para el Budismo. Actualmente es uno de los lugares más sagrados de Nepal, y su estupa una de las más grandes del mundo.
Algunos han calificado la estupa de Boudhanath como el equivalente a la Meca con respecto al Budismo. Personalmente creo que es una comparación muy forzada, pues son realidades muy diferentes y de difícil comparación.
En el año 1979 Boudhanath fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Nosotros habíamos llegado a Katmandú a primera hora de la mañana. Era un día de verano del año 2008, estábamos cansados después de muchas horas de viaje, y en principio teníamos la intención de quedarnos en Thamel, el barrio de más movimiento de Katmandú, lleno de hoteles, restaurantes , tiendas… y siempre con turistas que llegan, se van, pasean…, pero sólo hacía unos minutos que habíamos llegado y no nos acababa de convencer, así que decidimos que en nuestra estancia en la capital de Nepal pasaríamos los primeros días en el barrio de Boudhanath, situado a unos 11 km. del centro de Katmandú.
Dicho y hecho, paramos un taxi para que nos llevara hasta Boudhanath.
El ambiente de Boudhanath es totalmente diferente al de Thamel. En Thamel se respira bullicio, movimiento, occidentalidad, en cambio en Boudhanath hay un ambiente budista, de clara influencia tibetana, y por mucho movimiento de peregrinos que haya, siempre es con una tranquilidad y pausa contrarios al bullicio y al desorden.
El taxi nos dejó en el sur de la estupa de Boudhanath, y en lugar de ir por los alrededores a buscar un hotel, lo primero que hicimos fue entrar hacia dentro de la plaza donde está la estupa.
Es impresionante, hay que estar allí para hacerse una visión real de lo que es y lo que significa esta estupa.
La primera sensación es difícil de describir, porque por muchas estupas que uno haya visto, aquella estupa, su ubicación, y el ambiente que allí se respira, la hacen especial.
Dentro de la misma plaza encontramos un hotel que estaba bien, el hotel Padma, y, después del regateo de rigor (50% de descuento), decidimos quedarnos allí.
Fue entrar en la habitación, dejar las mochilas, y salir hacia fuera a ver ese ambiente, esa estupa, y también a comer algo: pakora y momos.
Había mucha gente paseando alrededor de la gran estupa.
Esta estupa es el principal centro de culto de la importante comunidad de origen tibetano que reside en Katmandú. De hecho Boudhanath ha sido, durante muchos siglos, un importante centro de peregrinación para los budistas tibetanos y nepalíes.
Cuando los refugiados tibetanos entraron en Nepal desde el Tíbet durante la década de los años cincuenta, muchos decidieron quedarse a vivir cerca de Boudhanath.
Cada día, a primera hora de la mañana, y a media tarde, hay mucha gente dando vueltas mientras recitan mantras, hacen rodar las ruedas de oración, o los rosarios de mano (llamados mala), o simplemente mientras pasean manteniendo una conversación intrascendente. Dar vueltas a la estupa hace que los creyentes budistas ganen méritos.
Muchos creyentes suelen hacer al menos tres vueltas alrededor de la estupa mientras repiten el mantra «om mani padme hum», que traducido sería «la joya en el loto». Las vueltas son siempre en el sentido de las agujas del reloj. Es lo que en nepalí se llama «parikrama», y en tibetano «kora».
Mientras los peregrinos hacen la kora, las banderas de oración estilo lungta se encargan de esparcir al viento los mantras que tienen grabados.
La base de la estupa está formada por tres grandes plataformas en forma de cruz que van subiendo a modo de pirámide escalonada. Encima de éstas hay dos plataformas circulares sobre las cuales está la gran cúpula de la estupa. Encima de esta última se encuentra la torre piramidal, de trece pisos, en la base de la cual hay pintados dos ojos azules en cada una de las cuatro caras, y en medio de los ojos un símbolo que en nepalí representa la unidad. La estupa tiene una altura de 36 metros.
Alrededor de la base del montículo circular de la estupa hay 108 imágenes del «dhyana buda» amitabha. El 108 es un número de gran simbolismo en el budismo y otros pensamientos o religiones orientales. El muro que rodea la estupa tiene 147 hornacinas, cada una con 4 o 5 ruedas de oraciones con el mantra «om mani padme hum».
Dicen que el nombre real de la estupa es Ja Rung Kashol Chorten Chenpo, que se traduce como «he terminado dando la orden de proceder». Este extraño nombre proviene de una historia o leyenda sobre su construcción: una mujer con cuatro hijos pidió permiso al rey para poder hacer la construcción de la estupa para enterrar los restos del Buda Kasyapa, y el rey le dio el permiso, pero sobre un espacio que no fuera más grande que el tamaño de una piel de búfalo. La mujer hizo tiras con la piel de búfalo y las colocó de manera que consiguió un espacio muy grande. Posteriormente cuando la base de la estructura ya estaba hecha, algunos funcionarios dijeron al rey que tendría que detener la construcción, pero el rey, a pesar de darse cuenta de que la mujer le había engañado, decidió dar la orden de continuar la construcción porque no podía echarse atrás de lo que ya había permitido en su día, y de ahí viene su nombre «Ja Rung Kashol Chorten Chenpo (he acabado dando la orden de proceder)».
Cada noche de luna llena hacen una ceremonia que consiste en la iluminación de la estupa con miles de lámparas de aceite. Esta iluminación de la estupa suele ser esponsorizada por alguna persona bien posicionada dentro de la comunidad budista. Todo el mundo puede participar en el encendido de las lámparas.
Subimos a la estupa por la única entrada que hay en el norte, donde hay un pequeño santuario dedicado a Jima, la diosa de la viruela. Estaba lleno de tibetanos que caminaban alrededor de la estupa haciendo girar las ruedas de oración.
Después fuimos al monasterio Guru Lhakhang, situado en la misma plaza que la estupa. Un monje nos dejó entrar en la sala principal que estaba cerrada y nos hizo una explicación rápida de las diferentes figuras y pinturas del interior. Después otro monje nos hizo una breve ceremonia de bienvenida: nos hizo sentar en el suelo de rodillas, y nos puso un poco de agua en la mano para que la bebiésemos, al tiempo que nos tiró unas gotas por la cabeza, nos tocó con una vara en la cabeza y los hombros, y nos dio unos granos de arroz para que los tiráramos al suelo mientras él hacía lo mismo; mientras el monje iba rezando; al final nos puso una khata blanca en el cuello (pañuelo tradicional y ceremonial tibetano que se ofrece a los invitados).
Desde lo alto del templo hay una buena vista de toda la plaza.
El barrio de Boudhanath disfruta de un ambiente donde no se reflejan tensiones ni prisas. Paseando por las callejuelas de alrededor de la estupa se tiene la sensación de que aquel monumento, con sus ojos azules, está presente en todos los momentos de la vida del barrio, y ayuda a transmitir ese espíritu de bondad y equilibrio del que está impregnado el budismo.
A primera hora de la tarde empezamos a oir ruido de tambores y música. La plaza estaba llena de gente. Había unos enmascarados que bailaban al son de la música. Resulta que estaban de celebraciones durante un par de días y habría una gran participación de gente. Muchos iban disfrazados.
Cuando se hizo de noche, fue disminuyendo el número de personas y el movimiento, y se empezaron a ver, por el lado de la estupa, algunas puestos con pequeñas lámparas de aceite para que la gente las encendiera.
Según un dicho, hay más fiestas en Nepal que días tiene el año. La mayoría de fiestas nepalíes tienen lugar dentro de las casas, en el ámbito familiar, pero otras tienen su repercusión en las calles, y por tanto pueden ser compartidas por todos aquellos que quieran participar.
Nosotros tuvimos la suerte de coincidir con una de estas fiestas, pero olvidamos de que en estos lugares, a pesar de la gran espiritualidad, tranquilidad y bondad que allí se respira, y a pesar de la amabilidad de la gente, también hay quien aprovecha la ocasión para mezclarse entre la multitud y ejercitar sus habilidades para apropiarse de lo ajeno. Fue así como nos quitaron una tarjeta de memoria justamente mientras estábamos caminando alrededor de la estupa, en un lugar sagrado del budismo, que como ya he dicho antes algunos lo comparan con la Meca, y es que para los amantes de la rapiña, una gran congregación de gente, para ellos sí que es la Meca.
Gracias por compartir ta interesante experiencia.!!!
Muchas gracias a ti por tu comentario.
Un saludo,
¡Que interesante explicación!
Hola Marc, gracias por el comentario.