El Bosque de la Marquesa, un lugar especial y solitario de la Costa Dorada (Tarragona).

A veces para encontrar un lugar especial, uno de esos lugares que permiten disfrutar de la naturaleza y de la soledad que ésta proporciona cuando no ha sido invadida por la multitud, y a la vez un paraje que transmite tranquilidad y ganas de volver, no hay que ir muy lejos. No hace falta coger un vuelo que nos transporte al otro lado del mundo, ni levantarse a altas horas de la madrugada para hacer unas cuantas horas de carretera y luego otras tantas a pie, pues, muchas veces, ese lugar especial lo tenemos muy cerca.

Cerca de Tarragona, a unos ocho kilómetros, se encuentra el llamado bosque de la Marquesa, un lugar que a pesar de estar situado casi a pie de carretera, junto a la urbanización de La Mora, es muy poco conocido.

Este lugar se salvó de la especulación urbanística gracias a su propietaria (una marquesa), que en los años sesenta no quiso vender el terreno, y lo conservó en estado natural.

La caminata por el bosque de la Marquesa transcurre por medio de un bosque de pino blanco, y de forma paralela a la costa, de modo que si se empieza en el este, caminando se llega a la Playa Larga de Tarragona, y al revés termina en La Mora.

Hay varios senderos, pero todos llevan al mismo sitio. No hay que preocuparse por si se va por el camino correcto, y menos teniendo el mar como referente.

La vegetación aporta aislamiento y tranquilidad, y cuando se lleva un rato andando ya se está rodeado de pinos, matorrales, sabinas más cerca de la costa, y algunos palmitos.

Empezando por el este, y tras sortear una valla metálica por un acceso ya habilitado, y después de caminar unos veinte minutos, se llega a la llamada playa de Roca Plana o Calabecs (o Calabeig).

Continuando por el camino en dirección hacia el oeste, y después de caminar durante diez o quince minutos, se llega a cala Fonda, conocida también como playa del Arboçar o Waikiki.

Este paraje conserva el paisaje originario de la Costa Dorada, moldeado siempre por el viento de «garbí» que ayuda a dar formas inclinadas a los árboles costeros.

Hoy en día, este lugar es un espacio de interés natural protegido, que va desde el bosque de la Marquesa hasta la Punta de la Mora. Toda la costa está formada por rocas, con acantilados, con la excepción de las dos playas antes mencionadas.

Más adelante, siguiendo en dirección oeste, se llega a la «Platja Larga» (playa Larga) de Tarragona, que con sus casi tres kilómetros de longitud, es una de las playas más largas del territorio catalán.

Caminando por el bosque, cerca de los acantilados, de vez en cuando se disfruta de un mirador natural desde donde contemplar el paisaje y el inmenso mar. Mirando hacia levante, a lo lejos, se puede ver la torre de vigía de la Punta de la Mora.

Si ya ha llegado el verano pueden contemplarse las azucenas de mar, y con un poco de suerte, sea verano o invierno, podrá verse correr alguna ardilla entre los árboles. Cerca del mar, tal vez se encontraremos conchas, algunas de ellas agujereadas por el caracol luna.

Allí donde el bosque de la Marquesa deja paso a la Playa Larga, se encuentra una cantera romana de donde extraían los bloques de piedra que después utilizaban para las bases de sus construcciones.

Tanto si se empieza a caminar desde la Playa Larga, como si se empieza desde La Mora, la excursión merece la pena, y si el calor aprieta, siempre ayudará el fresco que hace bajo los pinos, y la «marinada» que soplará para aliviar nuestro acaloramiento.

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