Llegada a Rangún (Myanmar).

Acabábamos de aterrizar en el aeropuerto de Rangún (Yangón). Era una mañana del mes de agosto de 2002. Hacía mucho calor. El día anterior habíamos conseguido los visados ​​de Myanmar en la embajada de Myanmar en Bangkok, y habíamos comprado los billetes de avión para volar con la Thai desde Bangkok a Rangún.

En la embajada de Myanmar en Bangkok habían sido muy amables, teniendo en cuenta que les habíamos llevado los pasaportes y demás documentación el mismo día, a media mañana. En poco rato nos hicieron los visados ​​y además nos cobraron menos de lo que nos habían dicho.

Había ayudado el hecho de que dos días antes hubiera ido a aquella embajada de Myanmar, y hubiera estado hablando con el personal que hacía los visados. Les había explicado que ya había estado en su país anteriormente, y que ahora estaba esperando que llegara mi esposa, y que teníamos intención de visitar Myanmar, pero que teníamos los días justos, y, si no podíamos tener los visados ​​el mismo día, tendríamos que cambiar nuestros planes e ir hacia algún otro país de la zona en que el trámite del visado fuera más rápido.

Por suerte les caí bien, pues lo que en principio parecía que era algo imposible, al cabo de un rato se convirtió en factible; y si bien primero me lo condicionaron a que estuviéramos en la embajada antes de las nueve y media de la mañana, al final me dijeron que fuéramos así que pudiéramos (Sara llegaba en avión ese mismo día) y que nos lo harían enseguida.

En el aeropuerto de Rangún, antes de poder pasar el control policial de entrada al país, los extranjeros teníamos que cambiar 200 FEC por persona (la anterior vez que había estado, en 1998, eran 300 FEC por persona). Esta era la controvertida moneda artificial creada por el gobierno birmano, los foreign exchange certificates (FEC), para conseguir divisas. El cambio era de un dólar americano por un FEC. Poco después dejó de ser obligatorio su cambio a la entrada en el país, y parece ser que en el 2013 quieren eliminar esta moneda.

Recordaba, de la anterior vez que estuve en el país, que los FEC podían ser un problema, pues no los aceptaban en todas partes.

Así pues, me dirigí a uno de los policías que cambiaban los FEC y le pedí si era posible que cambiásemos sólo 200 FEC entre los dos, y si bien de entrada me dijo que no, mientras le daba los pasaportes y el dinero (200 $), le añadí 10 $ más para «gastos».

El policía se lo pensó unos segundos, y después de echar una mirada a su alrededor, cogió el dinero, y me devolvió los pasaportes junto con los 200 FEC para los dos.

Todo había ido perfecto. Después de haber pasado todos los controles de entrada al país, fuimos hacia el centro de Rangún. Cambiamos moneda en el mercado negro, obteniendo una cantidad de Kyats suficiente para movernos los primeros días.

En aquella época Rangún todavía era la capital del país (en noviembre de 2005 trasladaron la capital a Naypyidaw). Nuestra intención era no quedarnos en Rangún a la llegada, sino dejarla para los últimos días de estancia en el país. Habíamos decidido coger un bus para ir a Mandalay y estar más días por el norte, pero resultó que los buses que iban a Mandalay estaban llenos, así que, sobre la marcha, en cuestión de minutos, cambiamos de itinerario, y compramos unos billetes de bus para ir a Taunggyi. En menos de quince minutos ya estábamos sentados en un bus que nos llevaría a Taunggyi.

Sentados en aquel autobús, mirando el resto de pasajeros, y mirando por la ventana, estaba claro que ya estábamos en Birmania. Esto se notaba en el ambiente, en las caras tintadas de thanaka, en la amabilidad de la gente, en los longuis que llevaban los hombres, en el paisaje, teniendo siempre a la vista por algún u otro lugar una estupa, aunque fuera en el lugar más inverosímil.

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