Suzhou, la Venecia de Oriente.

Cuando llegamos a la estación de tren de Huangshan, ya de noche, y después de pasar el control de equipajes de entrada, nos fuimos a la sala de espera. Como siempre, nos convertimos en el centro de atención. Todas las miradas se centraban en nosotros, sobre todo en los peques. Cuando fue la hora pasamos a los andenes, y nos dirigimos al tren que nos debía llevar a Suzhou.

Era un tren nocturno con compartimentos de literas. En cada compartimento habían seis literas, dos abajo, dos en medio y dos arriba de cada compartimento.

Los tres billetes que habíamos comprado hacía unos días, se correspondían a dos literas de arriba de uno de los compartimentos, y una litera del medio del compartimento de al lado.

Entonces entendí por qué me costó tanto conseguir que me vendieran los tres billetes, y lo que intentaban decirme cuando sólo me querían vender dos billetes de la parte de arriba de un compartimento.

Los niños de menos de un metro y veinte centímetros no es necesario que viajen con billete, pero entonces deben estar en el asiento, o, en este caso en la litera, de los padres. Sigue leyendo

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