Manali (India), preparativos del viaje para ir a Leh (Ladakh).

Era un día del mes de julio de 2009. Llegamos a Delhi a las doce de la noche. Hacía mucho calor.

En Delhi tuvimos que avanzar el reloj tres horas y media (cuando en Catalunya son las 10 horas, en la India son las 13,30 horas).

Después de pasar los controles correspondientes, y de dar algunos consejos a un chico que iba a la India por primera vez, cambiamos moneda, y con rupias en el bolsillo, cogimos un taxi de prepago para ir a dormir a un hotel situado cerca del aeropuerto.

Dormimos tres horas, pues a las cinco y cuarto de la madrugada ya volvíamos a estar dentro de otro taxi que nos llevó al aeropuerto de salidas nacionales (diferente del aeropuerto internacional donde habíamos llegado hacía unas horas).

Nuestro vuelo para ir a Kullu tenía la salida a las siete menos veinte, pero salió con una hora de retraso. Era un avión de hélices de cuarenta y ocho plazas. El vuelo duró una hora y cincuenta minutos. De hecho en Kullu no hay aeropuerto, el más cercano está a diez kilómetros al sur, en la población de Bhuntar, que es donde nos dejó aquel avión, si bien es conocido como el aeropuerto de Kullu.

Kullu está situado a 1.220 metros de altitud, tiene una población de 18.300 habitantes (según datos de la época), y es el centro administrativo local del valle. La mayor parte del año Kullu es una ciudad tranquila, pero cada mes de octubre acuden miles de devotos para participar en uno de los festivales de Dussehra más multitudinarios de la India.

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Desde Kullu cogimos un taxi para ir hasta Manali, situado en el valle de Kullu, que era nuestro destino. Cuando llegamos a Manali eran las once de la mañana. Sigue leyendo